2005-12-28

CAMISETA DE RECAMBIO

"Un modelo criticable,
donde la trayectoria se olvida rapidamente,
y al primer traspié sufrirás el embate de la opinión pública"...
Parece ser la presentación en Chile, para todo quién intente ponerse la camiseta de imprescindible en el fútbol.
Cosa complicada, misión siempre supervigilada, no sólo por hinchas, sino que también por la prensa amarillista, que en el último tiempo se ha encargado de dictar cátedras valóricas y de conducta.

Lo sucedido con la salida de Miguel Ramírez en Colo Colo, Diego Rivarola en la Universidad de Chile y otros referentes de los planteles del fútbol chileno, demuestra que a la hora de tomar deciones prima un criterio cortoplacista más que tendecias identificatorias con los propios clubes.

Se olvidan los dirigentes y algunos técnicos que los pequeños, a la hora de dar sus primeros pasos en el fútbol, piensan en los grandes nombres, en los jugadores que por su condición de líderes llaman la atención. Futbolistas que a la hora de pisar el cesped desparraman talento, maneras de ser, formas de enfrentar situaciones adversas y que dependiendo del color, cada hincha, defiende con esmero.

Basta sólo mirar a las grandes tiendas del país para darse cuenta que eso de ser ídolo en el fútbol en Chile está lejos de volver a concretarse, incluso en el ámbito comercial. Sí, porque las camisetas sin nombre, sin número, y sin identificación, más que la insignia del club y el gran nombre de una cerveza, se venden como la mejor oferta del día.

Le faltan a esas camisetas el valor agregado, con apellidos conocidos, que hacen que el hincha del fútbol sienta con más agrado llevar consigo: la 10 de Conca, la 26 del Mago Valdivia, la 11 del Matador o la 3 del Flaco Fuentes.

Ni hablar de los arqueros... El otro día un gran amigo, que tambien resguarda los 3 palos, se preguntaba porqué no existe en el mercado un stock que satisfaga los gustos de los consumidores como él. La respuesta es clara, ni siquiera existe respeto en el propio fútbol, en los que se supone toman desiciones pensando en la pelotita. ¡qué culpa tiene el mercado!.