2006-05-05

SUEÑOS DE NIÑEZ...

LOS ASTROS SON RONDA DE NIÑOS, JUGANDO LA TIERRA A ESPIAR LOS TRIGOS SON TALLOS DE NIÑAS... JUGANDO A ONDULAR, ONDULAR Gabriela Mistral “A Valdivia lo acusaron los profesores. Tiene que venir con el apoderado a la Dirección del Colegio", rumorean entre Villarreal y Opazo a la salida del recreo. ¿Lo viste?, pregunta Opazo. Si, pero no vino solo, responde Villarreal. "Todos sabemos que lo que el profe le dijo fue cierto, pero bueno, a nosotros nadie nos cree", acusa molesto el León Sanhueza, que ya se va a su casa después del colegio. El León es de otro curso, como el Moisés y el Henríquez. Se pelean a veces con otros grupos, pero se quieren. Los bandos están organizados, entre el Polo, Facundo y Pajarito versus Miguelito, Droguett y otros . Son todos buena onda, pero cuando hay que decir algo, nos informamos. “Eso es lo bueno de tener amigos y respetarlos”, como dice mi papá. Nosotros nos preparamos todos los días para jugar. Fieles al Balón y a las canchas, armamos una pichanguita y a veces hemos invitado a gente de otros lados a jugar. Ha llegado el Kun, el Rolfi, más los veteranos de siempre, entre ellos el Pelao. Tenemos un buen equipo, así que cualquiera no nos gana. Ey, Mago, ¿querí jugar? Le pregunta López, que para variar venía atrasado. “Bueno, pero pásenme la pelota a mi”, responde ansioso Valdivia. El Mago es de los conocidos en el colegio. Es de los mateos del curso, pero desordenado y molestoso, sino pregúntenle a Cortés, que casi pidió cambio de curso por las bromas del Mago. El tal Valdivia, llama la atención porque siempre llega con sus tareas y a la hora de las pruebas, aunque no estudie, le va bien. Es de los que no necesita estar atento en clases para ser destacado, a veces distraído como ninguno. Incluso en la última reunión de apoderados, mi mamá me contó que el Maestro le volvió a decir a su apoderado que si se esforzara más podría ser el primero de la clase. “¡Bua!, siempre me dicen lo mismo”, dice Valdivia. “Mejor dediquémonos a jugar”, presiona el Mago. Y claro, como no, si todos los días nos juntamos a las 2 de la tarde para empezar la pichanga. ¿Puedo jugar con ustedes? Pregunta alguien tímidamente. ¡Yo lo invité a jugar!, dice Mímica. “Claro, por supuesto que puedes ser parte del equipo”. ¿Y de qué jugai?, pregunta Reyes. “De lo que quieran, pero me gusta estar en el medio”, señala. ¿Y cómo te llamai?, pregunta Urízar. Me llamo Patricio Ormazábal y soy nuevo acá. “Dale no hay problemas y... parece que te conozco”, aclara Villarreal. “Déjense de conversar y juguemos”, dice enojado, Cortés. ¿Estamos listos? No. falta González. ¿Cómo lo vai a dejar afuera, es de los repitentes, capaz que algo nos haga con sus amigos mas grandes”, señala temeroso Reyes. “Muchachos, suspendamos por un rato la pichanguita. Vengan a la sala porque tenemos una visita muy especial”. ¿Quién es?, preguntamos al unísono. “Viene a verlos Marcelo Salas”. OH!, boquiabiertos respondemos. ¡Cállate Grimberg!, señala el Maestro Mímica, llamando al orden. Entra a la sala el Matador, como le dicen, y de inmediato se presenta. Muy simpático, el Maestro Mímica le pide que nos de una pequeña reseña de los nuevos compañeros. “ Hola soy Marcelo Salas y sus nuevos compañeros serán un aporte y les enseñarán algo que ustedes no tienen. Vivencias de otros lugares para que no sean como sus pares. Aprovéchenlos y llámenme cuando tengan algún problema”, La visita del Matador fue corta. Es un hombre grande y como tal, ocupado. Salas, es el emblema del colegio, incluso le fue tan bien que se lo llevaron al extranjero y hasta de afuera lo reconocen como importante. Hay muchos que quieren ser como él, y que si se esfuerzan como dicen, llegarán a ser, tanto o mas, que el Matador. Volvimos a la cancha y ahí está el Pato. Ya es amigo de muchos y aunque hace poco se integró al equipo, las quita todas y aporta al juego. Además es buen amigo, siempre deja que otros también disfruten. Si hasta le dio su lugar a Mímica, que no le pega ni al quinto bote, y eso sí que es ser buen amigo. Ey, ¿ya empezaron?, preguntan de afuera. ¿Sí porqué?, pregunta Montes, al que poco escuchan. “Yo también quiero jugar y soy de los nuevos. Hola a todos, me llamo Francisco Arrué y me dicen Pancho”, señala seguro de sí. Nos sorprendemos porque Ormazábal lo conocía de antes y se saludan cariñosamente, como si hubieran compartido un amor en común. “El Pato tiene amigos en todos lados”, dice Mímica, quien ya se cree amigo de Ormazábal. Tan pronto como se ubican en la cancha, empezamos a jugar. El Mago se entiende a la perfección con el Pato y el Pancho, a pesar de lo que digan los demás. Para ti, para mi, tac, tac, dice el Maestro, mirando expectante desde fuera. ¿Y cómo lograron este juego tan bien hilvanado?, preguntan. La esencia esta en la amistad y en el respeto. Y Tal como dijo Pablo Neruda, nuestro Premio Nobel: “El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él”.
FIELES AL BALÓN Y A LAS CANCHAS
LOS 11 TITULARES